Competencia Espiritual
El ámbito del “espíritu” hace referencia a la dimensión interior de la persona, a la propia vivencia y experiencia de la vida, y va generando un conjunto de sentimientos, recuerdos, emociones, pasiones, y creencias, que van creando en nosotros una conciencia propia.
Pero si a eso unimos la experiencia de fe en Jesús de Nazaret que da sentido a nuestra vida, está clara la importancia que damos a la COMPETENCIA ESPIRITUAL. Por eso, además de a una sana convivencia y cultivo de las cualidades del espíritu, aspiramos a acompañar y ayudar a los alumnos a crecer en su fe y vivencia cristiana, siempre en colaboración con las familias.
La competencia espiritual es para la Fundación una de las más importantes y valoradas competencias junto con la pedagógica y la relacional. Las tres están interrelacionadas e implicadas por igual en el proceso de enseñanza y aprendizaje del alumno.
El objetivo de la competencia espiritual es “aprender a ser”, ayudar al alumno a orientar y comprender el misterio de la vida, y se define como esa dimensión profunda que posee todo ser humano.
Las claves para entender esta competencia son:
- La capacidad que tiene el alumno de hacerse preguntas hondas sobre el sentido de la propia vida.
- La búsqueda de respuestas a los grandes interrogantes sobre la existencia personal.
- La posibilidad de profundizar e interiorizar.
- La apertura hacia el Misterio y el descubrimiento de la esencia divina que le habita.
- La capacidad para asombrarse, contemplar y agradecer.
- La decisión de comprometerse con la realidad para transformarla.
Con la competencia espiritual se adquieren habilidades, destrezas y actitudes, que son necesarias para el desarrollo de la espiritualidad, integrando las distintas experiencias y aprendizajes que capacitan al alumno para relacionarse con Dios y con los demás, amando y conociendo a Jesús para adquirir su forma concreta de ser y actuar a la luz del Evangelio.